Entre el pasado y el futuro
Un buen ejemplo de cómo nos vamos educando, casi sin saberlo, en el nuevo lenguaje audiovisual es el flashback.
En el cine clásico en blanco y negro, cuando alguien recordaba algo, lo habitual era ver cómo se iba disolviendo la imagen, sustituyéndola por lo que se recordaba. A veces las dos imágenes se encadenaban a través de una especie de neblina o humillo, como sucede en Casablanca cuando Humphrey Bogart recuerda sus días felices en París junto a Ingrid Bergman.
Buñuel hizo un flashback en Belle de jour cuando Catherine Deneuve pisa un escalón de la casa de su infancia y, al poner el pie en el otro escalón, ya no es la Severine adulta, sino la niña que había sido. Buñuel, de todos modos, para ayudar a situarse al espectador ante una ruptura del código de la época (que marcaba claramente estas elipsis o flashbacks), hizo que se oyera a la madre de la niña gritando “Severine”. Aún así, muchos espectadores no entendieron qué había sucedido, algo que hoy no sorprendería a nadie. Se trata de un nuevo código aprendido: estamos preparados para saltar hacia el pasado (flashback o analepsis) o hacia el futuro (flashforward o prolepsis) en cualquier momento.
Estamos tan acostumbrados al uso de los flashbacks y los flashforward que nos resulta insólito que durante años estuviesen mal vistos en las series de televisión (excepto en las comedias o tramas de humor) y que se desaconsejase su uso, del mismo modo que no gustaban las secuencias oníricas o incluso la voz en off (como veremos más adelante). La serie Lost supuso una verdadera revolución en las emisiones en canales en abierto (en este caso en ABC), al hacer un uso constante de los flashback, e incluso de los flashforward y, lo que es más importante, al hacerlo con inteligencia narrativa (al menos hasta que la serie, en sus últimas temporadas, se precipitó en el disparate). Un ejemplo notable es el flashback que nos revela que el personaje de John Locke, que camina, salta y corre como un héroe de películas de acción, antes del accidente era inválido y se tenía que mover en una silla de ruedas. Ese es un buen ejemplo de cómo un flashback puede ser usado no solo narrativamente (para informarnos o contarnos algo acerca del pasado de un personaje) sino también de manera creativa: para revelarnos algo pero, al mismo tiempo, plantearnos una pregunta: ¿Por qué Locke ahora puede caminar?
En el segundo episodio de La maravillosa Miss Maissel también encontramos un buen ejemplo de un flashback que no se limita al mecanismo convencional en la transición entre el presente y el pasado, sino que consigue combinar los dos tiempos mediante la mirada de la protagonista y desplazamientos de cámara que nos trasportan en el tiempo de manera natural, fluida e ingeniosa.