Un mundo en blanco y negro

 

Años después de que el cine sonoro impusiera su ley, y antes incluso de que Chaplin se rindiera y comenzara a hacer cine sonoro y dialogado, ya había llegado el cine en color, que poco a poco se fue apoderando de todo el mercado, desterrando al cine en blanco y negro a los cine clubs. Sin embargo, muchos cineastas también se resistieron al color, porque hay que admitir que el primer cine en color tenía un color muy raro. Se daba la increíble paradoja de que parecía más realista el cine en blanco y negro.

Una de las primeras películas en color fue The Toll of the sea (1922), de Chester M. Franklin, trece años antes de la considerada primera película en color propiamente dicha, Becky Sharp, de Robert Mamoulian. Naturalmente, en estas consideraciones no se tiene en cuenta la existencia de los dibujos animados en color

The toll of the sea, 1922

Recientemente, en 2012, se ha descubierto una película que se considera la primera filmada en color (es decir, no rodada en blanco y negro y  coloreada posteriormente). Fue rodada por Edward Turner en 1902, y en ella aparecen sus hijos. Turner murió un año después. La película fue olvidada, probablemente porque era de 38 mm en vez de 35 mm, lo que dificultaba su proyección.

Tras la implantación comercial del cine en color, solo los cineastas de la nouvelle vague y algunos otros (como Woody Allen o Fellini) continuaron haciendo películas en blanco y negro, y hoy en día el espectador medio ya no quiere ver una película en blanco y negro  en el cine, porque le parece que será más aburrida, como si no hubiera suficiente acción y emoción cuando no hay color.

Lo curioso es que existe un fundamento perceptivo para esa sensación del aburrimiento ante el cine mudo o en blanco y negro. La explicación se basa en el concepto de hábito: si nos acostumbramos a la saturación perceptiva producida por el color y el sonido, el blanco y negro y el silencio nos parecen faltos de densidad. Es una sensación parecida a la que provocan ciertas drogas, que causan un enriquecimiento o saturación sensorial que después echamos de menos, al volver a la realidad no saturada de nuestro día a día. Todo esto tienen mucho que ver con la distinción que hacía Marshall McLuhan entre medios calientes (que saturan la percepción y la atención) y medios fríos (que no la saturan tanto): nuestra atención parece requerir cada vez más saturación, no ya solo con el ritmo acelerado, la música, los efectos sonoros, los colores estridentes, sino incluso con la actual multiplicación de pantallas, que hacen que un espectador se someta al mismo tiempo a tres o más narraciones audiovisuales al mismo tiempo, buscando una estimulación frenética, como la de las ratas de laboratorio que giran y giran en la rueda para que les den más y más cocaína.

Con el paso de los años, también dejaron de emitirse películas en blanco y negro en televisión, al menos en horario de máxima audiencia, porque, según algunos expertos y programadores, a la gente no le interesaban y prefería las que eran en color. Esa no era la única razón, claro, porque también se puso en marcha una operación de cambio de hábitos dirigida por las grandes distribuidoras, a las que el cine antiguo en blanco y negro daba menos beneficios.

Sea cual sea la causa, el cine en blanco y negro empezó a parecerle al público lento, aburrido y poco emocionante. Algunos, como el magnate Ted Turner, pensaron que la solución consistía en colorear las películas antiguas. Pero su intento de colorear el inmenso catálogo que había adquirido de películas en blanco y negro desencadenó una protesta tan masiva que le hizo desistir.

Ahora bien, como ya dije al hablar del cine mudo, el cine en blanco y negro no era degustado en su época por especialistas, expertos o cinéfilos de cinestudio, sino por públicos masivos. De hecho, si comparamos la asistencia de público al cine en aquella época, superaba en proporción a la actual.

En definitiva, el paso del color al blanco y negro fue otro de los cambios de código o paradigma a los que se acostumbraron los espectadores de cine, con tanta facilidad que pronto perdieron el interés por el cine en blanco y negro que tanto les había llegado a interesar.


Aquí puedes ver The Toll of the Sea completa.



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